El Código Penal, no está dando respuestas a las necesidades que en la actualidad requiere nuestra sociedad. La delincuencia juvenil crece día a día, los protagonistas son cada vez más jóvenes y los delitos cada vez más graves.
Es injusto que asesinatos y robos a mano armada cometidos por menores queden sin pena por las leyes actuales y es doloroso también que esos jóvenes sigan el camino del delito sin una posibilidad de ser reinsertados en la comunidad.
Cuando los casos son delitos de “menor grado” (pero si sufrido por los perjudicados que deben pagar los gastos de las reapariciones) de cuanta ayuda sería para quienes delinquen, para las familias y para el núcleo social al cual pertenecen hubiese la posibilidad de un buen instituto donde sociólogos y psicólogos ahonden en los porque de su conducta, aprendan un oficio, incluso terminen sus estudios. Y sobre todo que entiendan que sus derechos terminan donde comienzan los de los demás.
Nadie nace delincuente, a menos que tenga un trastorno de la personalidad, el entorno, malas compañías, el no tener que hacer llevan a los jovencitos a pasar de las inocentes travesuras a hechos más graves, al consumo de drogas y a un camino que raras veces termina bien sin ayuda profesional. Es necesario encontrar una solución a esta crisis social dentro del marco jurídico, que permita darle contención a los menores y seguridad a la sociedad.
OPINION – Reflexiones
Graciela Alori