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Ulises Conti, músico de larga trayectoria, lanzó Bremen, un disco desafiante que reúne una serie de registros sonoros de esa ciudad

En su formidable libro Ruidos: Ensayo sobre la economía política de la música, el economista y melómano francés Jacques Attali reflexiona sobre la subversión que presupone la música y proclama la indisciplina teórica para otorgarle al arte de los sonidos su papel como medio de conocimiento y profecía de un futuro posible. «Desde hace veinticinco siglos, el saber occidental intenta ver el mundo. Todavía no ha comprendido que el mundo no se mira, se oye. No se lee, se escucha. Nuestra ciencia siempre ha querido supervisar, contar, abstraer y castrar los sentidos, olvidando que la vida es ruidosa y que sólo la muerte es silenciosa: ruidos de trabajo, ruidos de los hombres y ruidos de las bestias. Ruidos comprados, vendidos o prohibidos. No ocurre nada esencial en donde el ruido no esté presente. Hay que aprender a juzgar a una sociedad por sus ruidos, por su arte y por sus fiestas, más que por sus estadísticas», asegura en el inicio de su notable estudio.
El trabajo de Ulises Conti puede pensarse perfectamente dentro de esas coordenadas. Músico de larga trayectoria, ha colaborado con una gran cantidad de artistas de otras disciplinas (cine, artes plásticas y escénicas), fue convocado para trabajar en teatros de enorme prestigio internacional (Kammerspiele Munich, HAU Berlin y Theater Bremen) y también llevó adelante originales proyectos como Los animales perdidos (2008), un audio-tour donde cada espectador se entregaba a un enigmático recorrido nocturno en busca de un auto desconocido, y Caminar y escuchar (2015), caminata grupal y silenciosa alrededor de diferentes ciudades. Fueron ese tipo de experiencias las que prepararon el terreno para Bremen, probablemente el disco menos convencional y más desafiante de su carrera. Recién editado por el sello Metamúsica, el álbum reúne una serie de registros sonoros tomados en la ciudad alemana que inspiró el título. «Las grabaciones de campo que vengo haciendo desde hace 15 años en diferentes lugares del mundo cambiaron mi manera de escuchar y mi manera de componer -explica Conti-. El principal objetivo de este proyecto fue liberar el potencial de los sonidos que hay detrás de todas las cosas. Si bien considerar todo sonido como música es una idea plasmada hace mucho tiempo, encuentro novedoso todo aquello que atesora la posibilidad de resignificarse».
Conti asegura que hay que tener una disposición especial para Bremen. «Hay que escucharlo desprejuiciadamente. No creo en una moral sonora, ni siento que haya sonidos lindos o feos, buenos o malos. Bremen es, supuestamente, un disco sin música. Para mí es mucho más musical que otros. Me gustan los discos que te transportan, no me importa si están bien o mal grabados. Desde el momento en el que empecé a preguntarme qué es el sonido, las seis letras que conforman esta palabra se convirtieron en las mismas seis de la palabra música. Y ahora para mí ya no hay manera de poder identificar las dos palabras por separado. Este disco es el resultado de haber aprendido a escuchar el paisaje sonoro como música.
-¿Qué imagen se te armó a partir de registrar los diferentes sonidos de la ciudad?
-Todas las ciudades de Europa son iguales, salvo algunas excepciones. Bremen es una típica ciudad del interior de Alemania: aburrida, gris y silenciosa. La ópera, el fútbol, la cerveza y las salchichas son sus emblemas. Tal vez eso hizo que pudiera estar más concentrado en mi trabajo cuando estuve ahí. La música es un estímulo que afecta el campo perceptivo de las personas. En japonés, la palabra música está compuesta por dos ideogramas que significan literalmente «disfrutar del sonido».
-¿Tuviste modelos a la hora de pensar este disco, artistas o trabajos inspiradores?
-No trabajo con referencias directas. Puedo escuchar Brahms, el Cuchi Leguizamón o Dylan sin desconcentrarme de lo que estoy investigando. Existe una memoria sonora y colectiva que va mutando imperceptiblemente. Tal vez ése sea el aprendizaje que me deja este proyecto. En Metamusica, el sello discográfico que curo desde hace más de diez años, hay trabajos de otros artistas que me estimulan mucho.
-¿Cómo se presenta en vivo un disco como Bremen?
-Es un trabajo vinculado con otros que estuve produciendo últimamente, como por ejemplo Caminar y escuchar, una caminata grupal y silenciosa cuyo objetivo principal es mantener la concentración en los sonidos que nos rodean. Pero también estoy pensando en convertirlo en una pieza orquestal. Que cada uno de los sonidos que escuchamos en el álbum sea representado con los sonidos de una pequeña orquesta.
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