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    “Me echo culpa”

    Numerosos estudios han revelado los efectos perjudiciales de la culpa excesiva en nuestra salud mental y bienestar. Investigaciones recientes han mostrado que puede tener impactos físicos, como aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, reducir la calidad del sueño e incrementar el distrés o estrés negativo.

    Cuando hablamos de culpa, nos referimos a una emoción universal que todos sentimos cuando transgredimos nuestros propios valores. Hace unos días me pasó escuchar distintas personas afectadas por desconocer cómo lidiar con esta emoción. Aquí me parece importante destacar el valor de la culpa como deseo de hacer lo correcto. La dificultad se nos presenta cuando nuestras conversaciones internas empiezan a percutir nuestra autoestima y terminamos alejándonos de las personas que tanto bien nos pueden hacer. 

    Algunas de las frases que tal vez te dijiste alguna vez:

    – Debería haberlo hecho mejor…

    – No soy lo suficientemente bueno…

    – Si yo lo hubiera hecho…

    – Fracasé…

    – No cumplí con la expectativa…

    – Podía haber dado más…

    Es importante recordar que no hay ninguna posibilidad de ir viviendo y desarrollándose en la vida, sin equivocarnos. Esto es algo propio que compartimos como especie humana. Lo que incrementa nuestro bienestar es cómo miramos nuestras equivocaciones. Si tendemos a tener un pensamiento más rumiante acerca de conceptos negativos acerca de uno mismo, es allí donde la culpa puede afectarnos. 

    A continuación, paso a dejarte algunas orientaciones para que la culpa juegue a favor nuestro:

    Practicar el auto-perdón:

    Aprender a perdonarnos a nosotros mismos es fundamental. Tratarnos con amabilidad y compasión, como lo haríamos con un amigo a quien queremos mucho. Identificar qué actos necesitamos perdonarnos, soltarlos. 

    Establecer límites saludables: 

    Aprende a decir »no» cuando sea necesario y establecer límites en nuestras relaciones y compromisos. Sentirnos culpables por no poder cumplir con las expectativas de los demás puede reducirse estableciendo límites que sean saludables para uno. Antes de buscar la aprobación del otro, sería bueno que previamente tengamos nuestra propia aprobación reconociendo y aceptando los valores que elijo para vivir. 

    Establecer metas realistas: 

    A veces, la culpa puede surgir de expectativas poco realistas sobre nosotros mismos. 

    Te propongo que esta semana podamos elegir alguna de estas tres sugerencias para mejorar nuestra relación con nosotros mismos y con los demás. 

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