El último domingo, El Tiempo No Para, el programa conducido por Heber en FM Encuentro 103.1 MHz, tuvo como invitado a Emanuel Armando Fornari, un viajero mendocino de 38 años que, con mochila al hombro y corazón abierto, compartió su historia de vida, su filosofía nómade y su compromiso con la naturaleza, la comunidad y la libertad.
Un alma viajera

Nacido en Guaymallen, Mendoza, Emanuel creció en un entorno familiar que le permitió explorar con curiosidad el mundo desde joven. A los 14 años, comenzó a viajar, primero en la camioneta «chanchita» de su tío y luego haciendo dedo por todo el país. Recorrió Argentina de norte a sur y cruzó fronteras hacia Chile, Bolivia y Uruguay, persiguiendo no solo paisajes sino experiencias humanas, encuentros y aprendizajes.
La ruta como escuela de vida
Durante la entrevista, Emanuel relató historias del camino: noches al costado de la ruta, mates compartidos con camioneros, gestos de solidaridad anónimos que lo marcaron profundamente. Habló con humildad de los desafíos de la vida mochilera, pero también de las recompensas emocionales y espirituales que trae consigo: la empatía, la conexión con el otro, la introspección.
“Todo lo bueno que das, vuelve”, afirmó, recordando cómo lo sostuvieron personas comunes con gestos extraordinarios.
Bioconstrucción, permacultura y futuro sustentable

Actualmente instalado en Fortín Tiburcio, Emanuel participa en proyectos de bioconstrucción y permacultura, donde aplica conocimientos ancestrales y recursos naturales para construir de forma responsable y armónica con el medio ambiente.
Invitó a quienes deseen colaborar, especialmente juntando botellas de colores para futuras obras, y remarcó que este tipo de iniciativas no solo generan hábitats sustentables, sino también conciencia y comunidad.
La música como bandera
Fanático de La Renga, Emanuel compartió cómo la música ha sido faro y motor en su vida. Describió los recitales como rituales de encuentro, “espacios de sanación colectiva” donde se crea una hermandad entre desconocidos. La banda lo acompañó en muchos de sus viajes, y sus letras lo inspiran a vivir sin miedo, con el alma en libertad.
Frases que quedaron resonando
“Viajar me enseñó que todos estamos rotos por algún lado, pero también que todos podemos sanar acompañados.”
“La ruta me enseñó más de lo que cualquier aula podría. La bondad existe, y abunda.”
“No juzgues, mirá con el corazón. Cada uno tiene su historia.”
Un mensaje para el presente
Emanuel cerró la charla con un mensaje profundo: valorar a los padres, vivir en el presente, cultivar el alma como se cultiva la tierra, y animarse a viajar —ya sea lejos o dentro de uno mismo— como forma de crecer.
El Tiempo No Para volvió a encender su fogón imaginario con una historia que invita a reflexionar, a soltar prejuicios y a reconectar con lo esencial: el encuentro humano, la naturaleza y el deseo de andar, sentir y agradecer.