En un emotivo mensaje publicado en sus redes sociales, el Sheij musulmán de nuestro distrito Alejandro Kerim Abbas expresó su respeto y gratitud hacia el papa Francisco, fallecido recientemente, destacando su legado como líder espiritual comprometido con la paz y la unidad entre los pueblos.
“Y lo digo como musulmán, en el testimonio de que no hay Divinidad sino Alláh y que Muhammad es Su siervo y mensajero”, comienza el mensaje de Abbas, quien desde su fe islámica rindió homenaje al pontífice argentino que condujo la Iglesia Católica durante 12 años.
El líder musulmán destacó la coherencia espiritual y el compromiso del papa Francisco con la paz mundial, reconociendo su trabajo por todos los pueblos, sin distinción religiosa:
“Fuiste un ejemplo de persona y de creyente. Gracias por cada una de tus oraciones, porque no solo rezaste a Dios por los cristianos, rezaste por todos. Acompañaste a los dolientes de guerras sin sentido y llamaste incansablemente a la paz. Fue tu vida, tu tarea, y la cumpliste con honores.”

El mensaje trasciende las diferencias dogmáticas y se convierte en un verdadero testimonio de hermandad interreligiosa, recordando que tanto musulmanes, cristianos como judíos comparten una raíz común en el patriarca Abraham (la paz sea con él):
“Los hijos, los nietos del Patriarca Abraham escuchamos tu convocatoria, Francisco, y hoy, una vez más, juntos pedimos por tu alma.”
Kerim Abbas cerró su despedida con un deseo sincero:
“Descansa en paz, esa paz que vos mismo enseñabas, pregonabas y amabas. La paz de nuestro Creador. ¡Gracias!”
Un puente entre religiones
Este mensaje se suma a las múltiples voces que, desde distintas religiones, han reconocido la figura de Francisco como un símbolo de apertura, diálogo y construcción de puentes. El papa promovió encuentros con líderes de diversas confesiones, incluyendo al islam, el judaísmo, el budismo y otras expresiones de fe.
En tiempos donde el mundo parece resquebrajarse en divisiones, el mensaje del Sheij Alejandro Kerim Abbas recuerda la posibilidad de una espiritualidad compartida que, sin negar las diferencias, encuentra en la paz y la compasión un terreno común.