El ex párroco de Ascensión, Padre Raúl Acosta, quien actualmente reside en Pergamino y sigue desarrollando su labor misionera por todo el país, pudo vivir una inolvidable y conmovedora experiencia en El Vaticano, donde mantuvo un encuentro con el Papa Francisco.
El sacerdote comentó “el encuentro con el Papa Francisco en Roma. Se dio en una fecha muy especial: el 25 de septiembre del corriente año 2013 cuando se estaban cumpliendo 30 años de la primera aparición de
“¿Por qué estaba en Roma ese día? Lo hice en calidad de capellán de un grupo de argentinos. El viaje fue un regalo que agradezco mucho. El destino era Medugorje, el lugar donde desde hace 32 años se aparece
“Pero hicimos un alto de tres días en Roma dado que surgió la posibilidad de un encuentro con el Papa Francisco. ¿De qué le hablé yo al Papa Francisco? De la misión en que estoy actualmente, que comenzó también hace 30 años. Es la misión por la cual dejé el ministerio de párroco, después de 40 años gracias al obispo, Monseñor Héctor Cardelli, que me abrió la puerta para ser misionero itinerante para la sanación interior”.
Emocionante encuentro
Volviendo al encuentro con el Papa Francisco, el ex párroco de Ascensión, sostuvo que “fue como subir a una montaña alta y agarrar el sol con las manos. Pero la sensación en mí mientras estaba tan cerca de él, hablando con él a centímetros mi cara de la suya, es que se me borraba ese rostro sonriente de él, esa mirada viva y tan cercana y, como si lo viera por dentro, veía su rictus de dolor, sus ojos como buscando con desesperación. Veía el peso abrumador que tiene encima, las situaciones inmanejables que debe afrontar casi solo, el desgaste acelerado que produce todo esto en él. Y se me venía: con razón a todos pide “recen por mí”. Realmente debemos rezar todos los días por él, porque sin la fuerza de Dios, es David contra Goliat”.
Y comentó “actualmente Roma está llena de peregrinos, no solamente de turistas. A las 7 de la mañana
Asimismo, comentó “desde que está Francisco en Roma, las tradicionales audiencias de los miércoles en
“El día de ayuno y oración que detuvo la máquina de la guerra contra Siria, que podía habernos llevado a la tercera guerra mundial, puso a los europeos frente a una posibilidad con la que nadie contaba. Y los grandes señores del mundo tuvieron que ponerse a arreglar sus cuentas que no cerraban porque no pudieron hacer dinero con la fabricación de armamentos. Tampoco pudieron hacer la gran carnicería humana para liberarse del problema que les significa “la gente”, sobre todo algunos pueblos. Todo suma. También la oración y el ayuno, que es un remedio que no cuesta dinero”, indicó.
Y concluyó expresando: “lo que irradia el Papa argentino, se irradia desde Roma para el mundo entero. Su palabra todos la entienden, sus gestos transforman las actitudes, y su presencia irradia verdad y armonía. ¡Grande el Papa Francisco! Un sol que ilumina la vida y da ganas de vivir”.