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    IGLESIA – Padre Raúl: inolvidable encuentro con el Papa Francisco

    El ex párroco de Ascensión, Padre Raúl Acosta, quien actualmente reside en Pergamino y sigue desarrollando su labor misionera por todo el país, pudo vivir una inolvidable y conmovedora experiencia en El Vaticano, donde mantuvo un encuentro con el Papa Francisco.

    El sacerdote comentó “el encuentro con el Papa Francisco en Roma. Se dio en una fecha muy especial: el 25 de septiembre del corriente año 2013 cuando se estaban cumpliendo 30 años de la primera aparición de la Virgen a Gladis Motta en San Nicolás, el 25 de septiembre de 1983”.

    “¿Por qué estaba en Roma ese día? Lo hice en calidad de capellán de un grupo de argentinos. El viaje fue un regalo que agradezco mucho. El destino era Medugorje, el lugar donde desde hace 32 años se aparece la Virgen a 6 jóvenes, que actualmente formaron cada uno su familia. Las apariciones continúan”.

    “Pero hicimos un alto de tres días en Roma dado que surgió la posibilidad de un encuentro con el Papa Francisco. ¿De qué le hablé yo al Papa Francisco? De la misión en que estoy actualmente, que comenzó también hace 30 años. Es la misión por la cual dejé el ministerio de párroco, después de 40 años gracias al obispo, Monseñor Héctor Cardelli, que me abrió la puerta para ser misionero itinerante para la sanación interior”.

    Emocionante encuentro

    Volviendo al encuentro con el Papa Francisco, el ex párroco de Ascensión, sostuvo que “fue como subir a una montaña alta y agarrar el sol con las manos. Pero la sensación en mí mientras estaba tan cerca de él, hablando con él a centímetros mi cara de la suya, es que se me borraba ese rostro sonriente de él, esa mirada viva y tan cercana y, como si lo viera por dentro, veía su rictus de dolor, sus ojos como buscando con desesperación. Veía el peso abrumador que tiene encima, las situaciones inmanejables que debe afrontar casi solo, el desgaste acelerado que produce todo esto en él. Y se me venía: con razón a todos pide “recen por mí”.  Realmente debemos rezar todos los días por él, porque sin la fuerza de Dios, es David contra Goliat”.

    Y comentó “actualmente Roma está llena de peregrinos, no solamente de turistas. A las 7 de la mañana la Plaza San Pedro, abrazada por las imponentes columnas de Bernini, está llena de peregrinos, y así estará hasta la tardecita, esperando para pasar los prolijos controles y entrar en largas filas que en todo el día no se detienen a la Basílica de San Pedro. Allí se sumergen en ese espacio como inmaterial, a conectarse con el más allá del tiempo de cada día, un tiempo y un espacio que se asoman a la eternidad. Rostros, modos, idiomas de todos los lugares del mundo que se hacen uno en la contemplación de ese paisaje único, de Dios abrazando a todos, de cada uno unido a todos, y en ese abrazo del Padre, todos uno. La gran vocación del ser humano: todos uno en Dios el Uno. Cómo atrae estar en Roma para vivir esa experiencia ¡por un instante! Pero unos instantes que si lo decidimos, nos imprime el llamado a seguir el: “Sean uno, como el Padre y Yo somos uno”.

    Asimismo, comentó “desde que está Francisco en Roma, las tradicionales audiencias de los miércoles en la Plaza de San Pedro son multitudinarias y su palabra deja en los peregrinos un mensaje inolvidable, que se multiplica por el mundo entero. No sólo sus palabras. Sus gestos son de por sí elocuentes, y trascienden todos los idiomas. Es una acción del Espíritu que se está derramando más que generosamente en una humanidad que comienza a mirar hacia un tiempo nuevo que está adviniendo a la humanidad toda.

    “El día de ayuno y oración que detuvo la máquina de la guerra contra Siria, que podía habernos llevado a la tercera guerra mundial, puso a los europeos frente a una posibilidad con la que nadie contaba. Y los grandes señores del mundo tuvieron que ponerse a arreglar sus cuentas que no cerraban porque no pudieron hacer dinero con la fabricación de armamentos. Tampoco pudieron hacer la gran carnicería humana para liberarse del problema que les significa “la gente”, sobre todo algunos pueblos. Todo suma. También la oración y el ayuno, que es un remedio que no cuesta dinero”, indicó.

    Y concluyó expresando: “lo que irradia el Papa argentino, se irradia desde Roma para el mundo entero. Su palabra todos la entienden, sus gestos transforman las actitudes, y su presencia irradia verdad y armonía. ¡Grande el Papa Francisco! Un sol que ilumina la vida y da ganas de vivir”.

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