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    En la calle Corrientes, una apuesta por la dramaturgia nacional

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    El concurso Contar, que hace unos años ganó la taquillera Bajo terapia, lanzó su tercera obra: Todas las rayuelas, de Carlos La Casa, que se estrena hoy en el circuito comercial porteño

    Esteban Meloni y Hugo Arana (actores), Carlos La Casa (autor), Andrés Bazzalo (director) y Sebastián Blutrach (productor)
    Esteban Meloni y Hugo Arana (actores), Carlos La Casa (autor), Andrés Bazzalo (director) y Sebastián Blutrach (productor). Foto: Daniel Jayo

    En los últimos años, buena parte de la cartelera teatral de la calle Corrientes estuvo copada por adaptaciones de obras escritas originalmente por autores extranjeros. Atentos al negocio, los productores locales asumieron muchas veces que un éxito en Nueva York, Londres, París, Madrid o Barcelona tendría necesariamente más potencial en la taquilla que el trabajo de un dramaturgo argentino. Pero el caso de Bajo terapia volvió a poner en cuestión ese prejuicio. Surgida del concurso Contar, que ya va por su tercera edición, la obra dirigida por Daniel Veronese y protagonizada hoy por Héctor Díaz, Florencia Dyszel, María Figueras, Darío Lopilato, Melina Petriella y Carlos Portaluppi ha conseguido muy buenos resultados. Estrenada en enero de 2015, acumuló casi 100.000 espectadores en el Metropolitan Citi y lleva vendidas cerca de 5000 entradas en lo que va de la temporada en la costa atlántica. Pero lo más notable es que revirtió una tendencia, transformándose en material argentino de exportación: este año se estrenará en Brasil, México, Paraguay, Puerto Rico e Italia. Ya se estrenó en Miami y han comprado los derechos productores de España, Costa Rica, la República Dominicana, Chile, Colombia, Noruega y los Estados Unidos.

    La iniciativa del certamen Contar es impulsada por la Asociación Argentina de Empresarios Teatrales (Aadet), la Asociación Argentina de Actores y Argentores. Busca estimular al autor teatral argentino, con la intención de incorporar sus textos a la cartelera de los teatros comerciales. Las últimas elegidas son Banco de suplentes (Nicolás Alejandro Marina), Si sucede conviene (Juan Paya), Mendoza (Hugo Del Gaizo), Temporada de pestañas (Anahí Ribeiro), Los tutores y Todas las rayuelas (ambas de Carlos La Casa).

    Con el éxito de Bajo terapia como antecedente favorable, ocho productores se asociaron para el estreno de Todas las rayuelas, que tendrá lugar oficialmente hoy, en el Multiteatro. Luego habrá funciones de miércoles a domingos.

    Apuesta

    La apuesta es más difícil. Así como la obra dirigida por Veronese, que por su parte juntó la energía de seis productores, aprovechó bien sus claras similitudes con Toc Toc, la pieza del francés Laurent Baffie que es un suceso extraordinario en la Argentina, la obra de La Casa que dirige Andrés Bazzalo y protagonizan Hugo Arana, Daniel Dibiase, Heidi Fauth, Esteban Meloni y Paula Ransenberg se arriesga con un tema espinoso, los efectos de la última dictadura militar, aunque desde una perspectiva que intenta despojar de solemnidad el asunto. «En una entrevista que leí hace un tiempo le preguntaron a Carlos Rottemberg cuándo es buena una obra. Y él respondió: «Cuando apela a lo emotivo». Uno busca en el teatro una experiencia emocional, más que pedagógica -opina La Casa-. Muchas veces pontificar o poner una idea política por delante de un relato que entretenga termina perjudicando el camino comercial de una obra, aun cuando no estemos hablando de una mala dramaturgia. Yo empecé a escribir porque iba al teatro y me aburría. Está instalada la idea de que lo entretenido es superfluo o idiotizante, pero no es así. Neil Simon es superentretenido y tiene mucha calidad. En Todas las rayuelas intenté evitar aquello que fue muy común en mis encuentros con material sobre la dictadura: el hincapié en algo que yo ya sé, la premisa de educarme sobre lo horrible de esa situación. No estoy diciendo que esa época no haya sido así. No la estoy minimizando, como tampoco creo que Roberto Benigni haya minimizado el Holocausto por hacer una película como La vida es bella. Intentar hacer una comedia sobre un asunto no es reírse de ese tema. Mi obra no habla del exilio, ni de los desaparecidos, ni de las Malvinas. No pone el acento en esos temas de la época, como lo hicieron en el cine películas como La noche de los lápices o Los chicos de la guerra. No quiere poner el dedo en esa llaga. Es la historia de Lisandro, el personaje de Arana, un hombre que vuelve al país después de vivir unos años afuera. Regresa porque quiere reencontrarse con su hija. El contexto de esos años funciona como arquitectura de la trama, pero no como mensaje o recordatorio didáctico.»

    Productor de éxitos como Gorda, La última sesión de Freud, Forever Young y Toc Toc, Sebastián Blutrach también confía en Todas las rayuelas y señala que «todavía hay una mala relación entre los autores argentinos y el circuito comercial, pero eso pasa porque existen ciertos prejuicios que hay que eliminar». Según el dueño de El Picadero, ubicado a metros de Corrientes y Callao, «los dramaturgos suelen volcarse al circuito independiente porque presumen que tiene más prestigio. Es un problema viejo -agrega-. Cuando Roberto Cossa era presidente de Argentores, lo llamó a Carlos Rottemberg para ver cómo podíamos trabajar en conjunto con el objetivo de que se estrenen más autores nacionales en los teatros de la calle Corrientes. Carlos era el presidente de Aadet y nos citó a varios productores representativos. Yo propuse replicar un modelo catalán. Ellos están comprometidos en la defensa de la lengua catalana, que estuvo tantos años prohibida por el franquismo en España. Destinan dinero público para estimular la identidad catalana. Y así pensamos en Contar, este concurso que viene dando buenos frutos. Con Bajo terapia, Matías del Federico hizo una muy buena obra y logró que mucha gente la elija». Consciente de que los sucesos comerciales llevan pegada la etiqueta de la poca resistencia a las concesiones que mayormente impone la construcción de un público masivo, Blutrach sale al cruce con su propio discurso : «No produzco obras que no me representen. Hay colegas que son más amplios en sus criterios de producción y miran más el negocio. Yo no soy así. Y también creo que confiar en nuestra idiosincrasia siempre tiene un plus. El Picadero tiene una línea. El teatro que me gusta, adaptado a las condiciones de un espacio que se mantiene sin ningún tipo de ayuda oficial y debe lograr ser sustentable. Mi búsqueda es el fino equilibrio entre la calidad artística y la llegada al público, lo mismo que buscan, y han logrado muchas veces, Pablo Kompel en el Complejo La Plaza y Lino Patalano en el Maipo».

    Identificación

    La motivación para montar obras de autores argentinos no está relacionada con cuestiones de costos, detalla Blutrach. «Lo que se paga para estrenar acá una obra extranjera es un adelanto a cuenta de los derechos de autor. Es una suma que se recupera relativamente rápido -revela-. Queremos estrenar obras de dramaturgos locales porque creemos en la identificación que pueden producir el humor y los códigos propios con la gente.»

    Lo mismo argumenta Andrés Bazzalo, director de Todas las rayuelas y también de la puesta de Los sirvientes, de Adriana Tursi, que en febrero arrancará los sábados, a las 20, en el Teatro del Pueblo. «La cartelera porteña suele estar llena de obras extranjeras que no necesariamente son grandes dramaturgias. Incentivar la producción de autores argentinos es una idea interesante. Pero tal vez no haya en el país tanta producción dramatúrgica como la que requiere la cartelera porteña. Esta obra de Carlos La Casa recorre varios temas de una forma muy sencilla, asequible. Y sin bajar línea. Pone el foco en las relaciones más íntimas, en los afectos y la idea de la necesidad de reparar los daños que se puede haber causado inconscientemente a los otros. No tiene héroes, muestra que todos somos falibles y que las decisiones que tomamos siempre son relativas.»

    Dos de los integrantes del elenco de Todas las rayuelas remarcan el humor que atraviesa la obra. «Está todo mezclado, como en la vida: lo trágico y lo cómico. No es una obra de un solo color», aporta Esteban Meloni, quien en febrero retomará las funciones de la versión de Otelo, clásico de Shakespeare que Martín Flores Cárdenas repondrá en el Teatro Regio. «Hacía mucho que no me tocaba un material tan nuestro -añade-. Invita a que te involucres y te sientas reflejado. La idea es que el público se pueda entretener y hacerse preguntas.» Por su parte, Hugo Arana, profesional de enorme experiencia, es categórico y define esta obra como «una joya». Para él «no es una obra panfletaria y te hace reír sin que el autor haya escrito un solo chiste». Ese padre, que vuelve a la Argentina cuando la dictadura expira, desea por sobre todas las cosas tomar contacto otra vez con una hija que no ve desde hace muchos años. «Y todo lo que pasa en ese reencuentro es muy fuerte y muy creíble -sintetiza Arana-. No hay nada impostado. Es una obra de una ternura descomunal, muy pero muy conmovedora.»

    Todas las rayuelas

    De Carlos La Casa

    Miércoles a domingos, a las 20.30.

    Sábados, a las 20.30 y a las 22.30.

    Multiteatro, Corrientes 1283

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